martes, 30 de marzo de 2010

LUNES SANTO

Jesús va a Betania a casa de sus amigos Lázaro, Marta y María. Se aleja del “centro”, de Jerusalén, donde se maquina su muerte porque molesta su prédica y su actuar a favor de los pobres. Allí permite que María derrame un caro perfume sobre sus pies y desoye las hipócritas palabras de Judas. Destaca Jesús, por el contrario, el valor de la acogida y del servicio. Isaías, en el texto correspondiente a hoy, nos deja muy clara la misión del Mesías: “no romperá la caña cascada ni aplastará la mecha aún humeante” (42,3) Cumplirá el proyecto del Dios de la Vida y “hará florecer la justicia en la verdad” (v.3) haciendo referencia explícita a la creación de la tierra, “dando aliento a sus habitantes y espíritu a los que se mueven en ella”(v.5).
Bellos textos para ubicarnos en los inicios de esta gran semana. La comunidad de los creyentes tendrá que ubicarse en la periferia, fuera de los centros del poder político y económico, pues ahí los poderosos se olvidan de la acogida, del servicio, de la solidaridad. Se olvidan, incluso, de que la tierra no les pertenece, se la apropian para explotarla y dejarla más tarde desértica, sin vida…
Qué bella y trágicamente lo expresaba el jefe Seattle en respuesta al presidente de EE. UU cuando ya en 1854 le propuso comprar sus tierras: “Para el hombre blanco una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquiera otra, pues es forastero que llega de noche y extrae de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y, cuando ya la conquistó, prosigue su camino…Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa. La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados.
Trata a su madre, a la tierra, a su hermano el cielo como cosas que pueden ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto…” A los poderosos de hace 2,000 años no les importaba la misión del Mesías (Jesús) ni el sueño de Dios Padre: les importaba que la religión favoreciera sus negocios. A los poderosos de hoy (los que siempre están en el “centro”) tampoco les interesa una religión que busque el que “florezca la justicia en la verdad” ni que el sueño de Dios siga adelante. Lo demostraron en Copenhague y harán oídos sordos a lo de “La Hora del Planeta” que protagonizábamos ayer. A Jesús sí y nos seguirá hablando de “las aves del cielo que ni siembran, ni cosechan, ni almacenan en graneros y el Padre Celestial las alimenta”… y nos hablará de “los lirios del campo que ni tejen ni hilan pero que ni Salomón se vistió como uno de ellos” (Mt 6, 26-29). Los cristianos, desde la periferia, acompañamos a Jesús en su pasión, sabemos que su palabra no falla y que el amor es más fuerte que el egoísmo, la vida más que la muerte.

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