

No todo es oración, celebración: Jesús empezó sus signos en una fiesta de bodas. Y los más pequeños nos lo recordaron con su Caná tan bonito: El Reino de los cielos se compara a un banquete, los elegidos alrededor del Señor.
A veces nos olvidamos de las cosas más “ordinarias” de la vida, como caminar, correr, comer, cantar, sonreír, saltar,
gritar, emocionarnos con un premio… sí, necesitamos de reuniones y serias discusiones, pero solas como que le quitan el sabor a la vida.
Cierto, lo central es la Eucaristía, que Jesús celebró una sola vez al cumplirse su hora; pero primero formó su comunidad, símbolo de su Iglesia, y compartió momentos de fiesta: se los llevó aparte a descansar y aceptó celebrar con Mateo su conversión y con los maestros de la Ley sus momentos felices.

Ya la fiesta había comenzado mucho antes, no sólo preparando en cada parroquia sus mejores potajes, comprando aderezos y aderezando la preparación con chistecitos y rajes, con sal, salsa y salero; sino desde meses atrás preparando a la gente, vendiéndoles la rifa “una refri, una PC, una cocina, una licuadora y hasta un juego de sala… ¡sólo por un sol!”:
Nuestro obispo y pastor estaba bis “japi”, porque venía de la consagración de Mons.. Raúl Chao que fue su alumno en el Seminario (razón de más para llegar cuando llegó, ¡no rajen!) y al ver a su grey como un racimo de uvas.Se dio maña para saludar a cada greycita de uno en uno, aprovechando su tiempo a full, sin negarse a la fotito y bendición que le pedía cada grupo.

Estirando el “presupuesto” había que probarlo todo… mañana responderá mi estómago si fui prudente…
Los jóvenes se lucieron con sus números, cada cual más fuerte, saltado y esforzado: si unos números nos parecieron mejores, nos gustó la dedicación, la preparación, ensayos y vestidos, y el esfuerzo de todos, que es lo que vale. Un viva especial a la comisión que organizó todo y se sacó la mugre, Cristób con las secres.
La Tómbola se lució mejorando su atracción, dejando a todos con alguito: no más había que ver la colaza; lo importante era encontrarnos, recordarnos y abrazarnos también.
Hasta el clima nos ayudó; por la tarde terminábamos casi cansados; la mayoría se quedó hasta el

Por supuesto que todo el mundo se esforzó y de todos es el resultado: más que los chibilines logrados, LA COMUNION que sentimos todos y que nos asegura que somos UNA IGLESIA, con los pies puestos en tierra, sin dejar de construir el Reino, LA IGLESIA DE LIMA SUR como le gusta llamarla a nuestro Carlos.
Y como ésta se encarna en la tierra, como corolario, la Ciudad de los Niños que nos acogió recibirá lo suyo, quizás algo menos que mita mita, hafanahaf con la diócesis. Por añadido, la aceptación de ser el mejor local por ubicación y distribución hasta ahora: ¡que se repita ahí pide el populorum! (Por eso también nos ayudan nuestras actividades parroquiales; no sólo para sacar plata, sino para vivir la comunión que no se reduce al templo).
Y nos vamos ensayando, porque en el cielo, si no lo hay, aportaremos con nuestro Festival de la Comunión, para que sea redondo, y (en la caja) llevaremos junto con el Rosario en la mano un ajicito escondido…
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