martes, 17 de enero de 2012

“NO ES LA VOLUNTAD DE DIOS”

Se llamaba BRANDY LUIS, tenía 6 años y murió carbonizado en su chocita en un cerro de Valle Bajo, sector José Carlos Mariátegui, en Villa María del Triunfo, Lima Sur. Estaba solo en su “casa” y era casi la madrugada.

“Padrecito, queremos una misa a domicilio donde estuvo la casita quemada en la que murió Brandy Luis, de seis añitos,… salió por la TV, padre, queremos que venga”.

Venían cinco familiares y vecinos. Les hice pasar y conversamos breve. No eran momentos ni situación para explicar que “no podía hacer una misa a domicilio”. Y quedamos para las 12.30 pm, hora a la que me hice presente después de subir dos empinadas escaleras al final de la calle. Sí, había sido en el cerro y el lugar de la chocita estaba prácticamente limpio pueshabían acomodado la cajita blanca con los restos calcinados de Brandy Luis tapados. Encima un ramo de flores, dos fotos ampliadas del niño riendo y tres pequeños juguetitos calcinados.        

Un poco separado ya un montón de restos de catres, fierros y otras cosas, todo calcinado. Rodeando el féretro unas 15 ó 18 personas, bajo un toldo de plástico que no protegía para nada de ese sol de justicia al mediodía de ayer martes, 10 de Enero.

Traté de explicar despacio lo que íbamos a hacer, que no era una misa, sino un response, un rezo unidos todos a los papás de Brandy Luis, una pareja joven y esperando ella su futuro segundo bebé… Comencé por tranquilizar a los papás sobre la muerte de B.L. y que tuvieran la certeza de que estaba con el buen Padre Dios pues no había podido cometer pecado para verse privado de ello; también desterrar todo imagen de un posible castigo de Dios en el incendio de la choza y en la muerte del niño. ..

Y me atreví en el rezo a pedir que leyera alguien el pasaje de los “cielos nuevos y la tierra nueva” de Isaías 65. Lo hizo una tía del niño, despacio y bien aunque con mucha dificultad para terminar a causa de las lágrimas. Y reflexionamos sobre la lectura y lo que teníamos delante: a B.L. muerto y a su familia destrozada. También a mí se me entrecortaban las palabras, pero estaba seguro

que era necesario decir a aquel pequeño grupo presente, que la muerte de Brandy Luis antes de tiempo no podía ser voluntad de Dios, como no lo son tantos miles y millones de muertes antes de tiempo. Que Dios fue, es y será un Dios de vivos no de muertos, que ama la vida y que no renuncia a su sueño de esos cielos nuevos y tierra nueva donde el dolor y la muerte sea sustituida por la felicidad de una larga vida sin injusticias de ningún tipo.

Se mascaba el dolor y el sufrimiento profundo en todos, probablemente un gran sentimiento de culpa en los papás que traté de aminorar y, creo, al final, la certeza de que esa tragedia no podía ser voluntad de Dios. Que, eso sí, la familia tenía desde ahora un ángel protector al lado de Dios Padre que lo había recogido de entre los restos calcinados. Y que todos salíamos responsables en el futuro para que no se produjeran muertes antes de tiempo y no queridas por Dios, así como ir creando las condiciones justas para que esto cada vez fuera más difícil.

Me pidieron al final que bendijera con agua bendita a la media docena de niños pequeños que había presentes, todos privados ya de la presencia física de su primo o amigo B.L. Lo hice con toda la fe y el cariño que pude, dejando lo como un signo: que los adultos hicieran que esos niños completaran la obra que BRANDY LUIS no pudo completar.          

Y oramos por la mamá y el bebé de su vientre, por el papá y el resto de la familia, por todos los presentes y por un Perú donde cada vez haya menos muertos antes de tiempo porque los creyentes en el Dios de la vida tenemos claro que esa sí es la voluntad de Dios.

José María Rojo



No hay comentarios: