El gran patio de la
parroquia de El Niño Jesús en Ciudad de Dios -S. Juan de Miraflores- fue
ayer domingo 20 el centro de
nuestra diócesis de Lurín –Lima Sur. Hasta allí acudieron ríos de personas con
los colores de los 5 decanatos, desde Pucusana a Pamplona Alta o al Puente de
Atocongo. Los acontecimientos a celebrar eran tantos que resultó imposible
recogerlos todos en la gran banderola de once metros de larga que ocupaba todo
el estrado.
3) Fue con
monseñor Gurruchaga, “el padre obispo”, con quien toda la diócesis inició el
actual Plan Pastoral Diocesano, que
luego asumió y profundizó nuestro actual pastor, monseñor Carlos García, desde
su llegada como segundo obispo de Lurín-Lima Sur.
Y precisamente el eje central de la celebración de ayer fue
el paso de la primera a la segunda fase
de la I Etapa de ese Plan Pastoral Diocesano.
El lema de esta nueva fase
destacaba en grandes caracteres en la banderola: Llamados a vivir en
Fraternidad. Y estaba flanqueado por dos
hermosas fotos, una de una familia y otra con las caras de 4 jóvenes alegres y
mirando al futuro con esperanza. Familia y juventud son los dos temas centrales
en el trabajo realizado este año en todas las parroquias de la diócesis. El
resultado, simbólicamente, fue entregado en sendas carpetas al final de la
celebración.
4) Ha sido y es
la nuestra una diócesis misionera, una diócesis que ha recibido con gozo la
ayuda de docenas de hermanos (sacerdotes, religiosas y laicos/as) venidos de
lejos a compartir
con nosotros la
presencia del Espíritu, que llegó primero a esta Lima Sur de “todas las
sangres”. Misioneros de los cinco continentes que sumaron su riqueza cultural y
espiritual a la de los 24 departamentos de nuestro Perú presentes en Lima Sur.
Ayer, el símbolo eran los misioneros de la familia de Mariknoll cuyos 100 años
de fundación celebrábamos. A ellos y a todos los demás se les rindió un cálido
homenaje.
Tantas celebraciones juntas pusieron muy alta la cuota de
fe, devoción, alegría…. Justificados con creces el entusiasmo y la emoción
volcados por nuestro obispo en su homilía llamando a vivir la fraternidad en
esta nueva fase del Plan Pastoral. La ceremonia estuvo llena de gestos y
símbolos -sobre todo a la hora de las ofrendas- que arrancaron los aplausos de
los presentes. Y concluyó con unas hermosas danzas realizadas por niños de S.
Gabriel Arcángel.
Si es verdad que “tenemos más futuro que pasado”, en
expresión del P. Obispo recogida en el himno diocesano y coreada por la multitud,
no es menos verdad que esa riqueza la gozamos en presente cada vez que
celebramos un acontecimiento como el de ayer. Quiera Dios y su Espíritu que
seamos siempre signo del Reino sembrando alegría y esperanza entre los pobres
de Lima sur, especialmente. La próxima cita ya está marcada en el calendario:
los 30 años de sacerdote de nuestro obispo, el día 8 de diciembre, ya muy cerca
de la Navidad. Allá nos vemos, en Lurín.
José María Rojo
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