
“Invito a todos a unirse a mi oración al Señor por las víctimas de esta catástrofe y por aquellos que lloran su muerte. Aseguro mi cercanía espiritual a quien ha perdido la propia casa y a todas las personas afectadas, en distintos modos, por esta grave calamidad, implorando de Dios consuelo y alivio en su sufrimiento.
“Hago un llamamiento a la generosidad de todos, para que no falte a estos hermanos y hermanas que viven un momento de necesidad y de dolor, nuestra solidaridad concreta y el apoyo de la comunidad internacional. La Iglesia católica no dejará de activarse inmediatamente a través de sus instituciones caritativas para responder a las necesidades más urgentes de la población”.
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