Esta
fiesta, que cierra las solemnidades de la Encarnación, conmemora la Presentación
del Señor, el encuentro con Simeón y Ana, (encuentro del Señor con su pueblo) y
la purificación ritual de la Virgen María.
Presentación:
Cuarenta días después del nacimiento de Jesús,
María y José llevaron al Niño al Templo, a fin de presentarlo al Señor,
según la ley de Moisés (Cf. Ex 13, 11-13).
Lucas
2,22-38
Cuando
se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés,
llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la
Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor" y
para ofrecer en sacrificio "un par de tórtolas o dos pichones",
conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén
un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la
consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado
por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del
Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron
al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en
brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora,
Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han
visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los
pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
Su
padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo
y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en
Israel, y para ser señal de contradicción - ¡y a ti misma una espada te
atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de
muchos corazones.»
Había
también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad
avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y
permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo,
sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en
aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban
la redención de
Jerusalén.
Simeón,
al ver a María y a José con el Niño Jesús, conoció por una revelación divina
que era Cristo. Tomó entonces al Niño en
sus brazos y bendijo a Dios y exclamó:
Ahora
puedes dejar morir en paz, Señor, a tu siervo, porque han visto mis ojos a tu
Salvador, luz para las naciones y gloria de Israel. María y José admiraban sus palabras.
Y
vuelto a María le anunció: Este ha sido puesto para ruina y para resurrección
de muchos; y como una señal de contradicción; y una espada atravesará tu alma.
Purificación
de María: Como era costumbre, María, su madre, se sometió a la vez al rito de
la purificación (Cf. Lev. 12, 6-8).
Procesión
con las candelas, "Candelaria"
"luz
para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel" (Lc 2,32). La
procesión con velas nos recuerda que La Virgen da luz a Jesucristo, Luz del
Mundo, quien se manifiesta a su pueblo por medio de Simeón y Ana.
No se
sabe con certeza cuando se iniciaron las procesiones en relación a esta fiesta,
pero en el siglo X ya se celebraban con solemnidad. Después de la procesión los
cirios se llevan a las casas para encenderse cuando hubiese necesidad de
oración especial.
Historia
de la Fiesta
A
mediados del siglo V esta fiesta se conocía como "La Candelaria" o
"Fiesta de las Luces". La Virgen Maria ha dado luz a la Luz del
Mundo, Jesucristo y en esta fiesta El se manifiesta a Simeón y Ana.
Hasta
el siglo VI se celebraba a los cuarenta días de la Epifanía, el 15 de febrero.
Ahora se celebra el 2 de febrero, por ser a los cuarenta días de la Navidad.
De
origen oriental, esta fiesta no se introdujo en la liturgia del Occidente hasta
el siglo VII. Al final de este siglo ya estaba extendida en toda Roma y en casi
todo Occidente. En un principio, al igual que en Oriente, se celebraba la
Presentación de Jesús más que la Purificación de María.
El
Concilio Vaticano II restaura esta fiesta a su origen primariamente
Cristológico, celebrándose como la Presentación de Jesús en el Templo.
SCTJM
No hay comentarios:
Publicar un comentario