Ayer, jueves 25, en Lima hemos sido testigos de unos hechos
que nos avergüenzan como país y que nos indignan: turbas vandálicas de matones
atacando salvajemente a la policía y a quien se pusiera por delante,
incendiando vehículos, saqueando comercios,…etc. ¿Razón? Supuestamente el
derecho de los comerciantes a permanecer en sus puestos de la popular
“exParada” y no aceptar reubicarse en el nuevo mercado mayorista de Santa
Anita. Lo peor de todo, los 2 muertos y
43 heridos civiles y los 66 policías heridos.
Hoy todos los periódicos, las emisoras de radio y los
canales de TV sólo tienen ese tema de discusión. Es justo pues es un hecho
sumamente grave. Lo que ya no es tan justo es la manera como se está tratando,
perdiéndose en mil y un detalles tratando cada persona y cada grupo de llevar
las aguas a su molino, de –digámoslo claro- tratar de hacer realidad, una vez
más el dicho de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. De este modo, una vez
más, la sangre derramada es utilizada para intereses subalternos.
Como ciudadanos y como cristianos conscientes tenemos la
obligación de apuntar a la causa mayor de estos hechos: la existencia de
grandes mafias de negociantes inescrupulosos que se esconden bajo las personas
de los comerciantes y de todos los trabajadores que viven en torno al mercado
mayorista. Son esas mafias informales las que se lucran con la situación actual
y que no quieren para nada el orden y el cambio a condiciones mejores para toda
la ciudadanía. Lo sabemos bien porque son igualitas (si no las mismas) que hay
en el transporte urbano e interprovincial, en los terrenos, en el negociado de
la producción y comercialización de medicamentos, y un grande etc. Y son ellos
que, inescrupulosamente, contratan matones delincuentes para defender sus
intereses, para crear el caos y para poner a la ciudadanía en contra de quienes
quieran poner cualquier tipo de orden. Por supuesto, muchos otros ciudadanos
honestos se suman sin darse cuenta que, fundamentalmente, no defienden sus
intereses sino los de los peces gordos, los “invisibles”.
Frente a eso, todos los ciudadanos honrados (la
inmensa mayoría) deberíamos cerrar filas para aislar a los que se esconden tras
los problemas (reales, por supuesto) pero que se aprovechan para generar el
caos y hacernos creer que nada puede cambiar porque “se perjudica a los
pobres”…
Grave responsabilidad de los líderes y partidos políticos
para no jugar feo poniendo sus intereses por encima de los del pueblo (ya lo
hemos constatado esta misma mañana, aún fresca la sangre de los muertos y
heridos). Hipócritas palabras de condolencias para luego esgrimir argumentos
mezquinos.
Grave responsabilidad de los hombres y mujeres de prensa
para no regodearse en la “carnaza” (con perdón) de la noticia y deslindar bien
lo importante y crucial (el bien de la ciudad y del país) de lo accesorio (si
hubo fallos o no en el operativo ¡por supuesto que los hubo! pero es hora de
cerrar filas).
Grave responsabilidad de las iglesias para defender, por
encima de todo, la vida y la dignidad de las personas (de la mayoría) y no
justificar nunca los intereses ocultos por simpatías de un tipo o de otro:
educar en la honradez, la honestidad y la justicia, como valores del Reino.
Grave responsabilidad la de las instituciones educativas
(escuelas, colegios, universidades…) para educar en valores como la verdad, la
tolerancia, la solidaridad, la democracia, el respeto,… desterrando toda
práctica dolosa (corrupción, coima…)
Y grave responsabilidad de todas las autoridades, sabiendo
que son elegidas no para defender sus ideas o intereses (personales o de grupo)
sino para servir al pueblo, a la ciudadanía, con honradez y responsabilidad,
buscando lo más necesario en cada circunstancia.
Haríamos bien, todos, en callarnos un rato, unas horas, un
día… y meditar seriamente qué parte de culpa nos toca en los sucesos de ayer y
qué debemos hacer para evitar que se repitan. Lo sabemos bien (no seamos
ingenuos) hay varias otras bombas de tiempo colocadas. Si no cerramos filas en
torno a los graves intereses de la mayoría, las mafias las harán explotar
usando cualquier excusa. Hoy se está jugando una importante batalla para hacer
de Lima una ciudad habitable, más ordenada y más humana. Todos, desde el
presidente Ollanta Humala hasta el ciudadano de la última choza levantada en el
último cerro, tenemos la obligación moral de sumarnos al intento y no ceder
ante chantajes camuflados de múltiples formas.
Como cristianos, seguimos manteniendo la consigna válida
para todos: ¡ni un muerto más antes de tiempo!
José
María Rojo G.
2 comentarios:
A esta situación ¿Quién tiene la culpa? te invito a ver esta reflexión:
http://elprofe7.blogspot.com/2012/10/violencia-no-en-gamarra-en-todo-el-peru.html
Ante esta situación ¿Quién tiene la culpa?
Te invito a ver una reflexión sobre la violencia nacional:
http://elprofe7.blogspot.com/2012/10/violencia-no-en-gamarra-en-todo-el-peru.html
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