lunes, 11 de mayo de 2009

Madres coraje, ¡CARAJO!


Arrastrando sus cachivaches, cargando en sus fornidas espaldas a sus hijos, brotaban de sus frentes sudores de esfuerzos y de esperanzas, apurando el paso para “agarrar” un buen lugar para plantar sus esteras de 2 x 2. Sus pies se hundían en la estéril arena de la pobreza, el Sol las saludó con mucho resplandor, les dijo ¡hola, bienvenidas! Ellas eran las primeras madres del Sur de Lima.
La parte sur de Lima -de la Lima del Café Concert, del jirón de la Unión, de los balcones coloniales- estaba siendo regada con lágrimas y sudores de hombres y mujeres que dejaron sus chacras andinas, sus juanes y tacachos, familias empobrecidas por la ignorancia y la dejadez política, se abrieron paso a todo y ante todos, plantaron esteras y plásticos con sus manos, ayudando a sus esposos o convivientes. Agarraron sus ollas gastadas, y platos de plástico, tendieron sus mantas que les abrigaba de las frías injusticias, para que sean mantel de su mesa de piso arenoso. Esas eran las primeras madres de Lima Sur, que comenzaron a engendrar un pueblo de hombres y mujeres de coraje.
Les dijeron que no podrían vivir en un desierto, donde solo abundaba arena y sol, que la policía las iba a botar, pero “las tías” se ajustaron bien el sostén , amarraron su fustán, la sangre les hervía por sus derechos de tener un lugar en donde amamantar a sus hijos, donde construir un hogar. Nunca pudieron con ellas, ya que fueron leonas salvajes cuidando sus crías.
Pasaron humillaciones, por ser mujeres analfabetas o a la justas con una primaria muy básica, pero estas “tías”, corajudas, se graduaron en “Economía Popular”, con la tesis “cómo dar de comer a su “ñaños” (hijos) con sueldos míseros”; en “administración” de tiempo (trabajar, los quehaceres del hogar, y las labores populares); obtuvieron su “Maestría de trabajo vecinal”, con sus faenas de hacer pircas, estilo andino, construyendo sus casas, hombro a hombro con sus maridos o muchas veces solas. Esos títulos no tuvieron “cartones” (certificados de estudios) para enseñar, sus cartones son sus hijos que caminan con esperanza de un mundo mas digno. Esas son las madres que fundaron un pueblo que se conoce como Cono Sur.
Ha pasado mucha arena en el tiempo, ahora estas mujeres peinan canas, a muchas ya se les entumecen las manos gastadas por la lucha, con la vista desenfocada pero con una mirada firme de que hicieron historia, con sus pechos caídos por la gravedad, pero firmes por la labor que hicieron, amamantar un pueblo que ahora es uno de los polos de desarrollo del país, un pueblo que antes, una Lima de plazuelas y balcones lúgubres no daba ni un centavo por él. Gracias madres andinas, selváticas y costeñas, gracias madres coraje, gracias, por ser nuestras “madres CORAJE”, QUE VIVAN NUESTRAS MADRES ¡CARAJO! (Ángel Ramos)

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