viernes, 25 de noviembre de 2011

UNA GRAN FIESTA DE FRATERNIDAD

El gran patio de la parroquia de El Niño Jesús en Ciudad de Dios -S. Juan de Miraflores-  fue  ayer domingo 20  el centro de nuestra diócesis de Lurín –Lima Sur. Hasta allí acudieron ríos de personas con los colores de los 5 decanatos, desde Pucusana a Pamplona Alta o al Puente de Atocongo. Los acontecimientos a celebrar eran tantos que resultó imposible recogerlos todos en la gran banderola de once metros de larga que ocupaba todo el estrado.
 1)      El marco lo proporcionó el agradecer a Dios por los 15 años de creación de nuestra diócesis, obra del cardenal Vargas Alzamora en diciembre de 1996. No era para menos: había que festejar a la quinceañera y nada mejor que con una bonita celebración eucarística. “Los más viejos del lugar” dirán que somos una diócesis adolescente pero que tenemos ya un maduro recorrido de comunidades cristianas comprometidas… Y si no, que se lo pregunten a monseñor German Schmitz, cuyas huellas siguen marcadas en los arenales y cerros sureños, y que sin duda estaría ayer disfrutando desde el cielo.
2)      Diócesis que tuvo como primer obispo a Monseñor José Ramón Gurruchaga Ezama quien fue ayer el gran ausente físicamente –debido a problemas de salud- pero que, enamorado de Lima Sur, ha decidido vivir como emérito en su casita de Pachacamac. A él se le rindió un sentido homenaje por sus 50 años como sacerdote y los PP Cristóbal Mejía y Pablo Ayala quedaron encargados de entregarle una casulla, símbolo del cariño y gratitud de la diócesis.
 3)      Fue con monseñor Gurruchaga, “el padre obispo”, con quien toda la diócesis inició el actual Plan Pastoral  Diocesano, que luego asumió y profundizó nuestro actual pastor, monseñor Carlos García, desde su llegada como segundo obispo de Lurín-Lima Sur.
Y precisamente el eje central de la celebración de ayer fue el paso de la primera a la segunda   fase de la I Etapa de ese Plan Pastoral Diocesano.
El lema de esta nueva fase  destacaba en grandes caracteres en la banderola: Llamados a vivir en Fraternidad. Y estaba  flanqueado por dos hermosas fotos, una de una familia y otra con las caras de 4 jóvenes alegres y mirando al futuro con esperanza. Familia y juventud son los dos temas centrales en el trabajo realizado este año en todas las parroquias de la diócesis. El resultado, simbólicamente, fue entregado en sendas carpetas al final de la celebración.
4)      Ha sido y es la nuestra una diócesis misionera, una diócesis que ha recibido con gozo la ayuda de docenas de hermanos (sacerdotes, religiosas y laicos/as) venidos de lejos a compartir 
 con nosotros la presencia del Espíritu, que llegó primero a esta Lima Sur de “todas las sangres”. Misioneros de los cinco continentes que sumaron su riqueza cultural y espiritual a la de los 24 departamentos de nuestro Perú presentes en Lima Sur. Ayer, el símbolo eran los misioneros de la familia de Mariknoll cuyos 100 años de fundación celebrábamos. A ellos y a todos los demás se les rindió un cálido homenaje.

Tantas celebraciones juntas pusieron muy alta la cuota de fe, devoción, alegría…. Justificados con creces el entusiasmo y la emoción volcados por nuestro obispo en su homilía llamando a vivir la fraternidad en esta nueva fase del Plan Pastoral. La ceremonia estuvo llena de gestos y símbolos -sobre todo a la hora de las ofrendas- que arrancaron los aplausos de los presentes. Y concluyó con unas hermosas danzas realizadas por niños de S. Gabriel Arcángel.
Si es verdad que “tenemos más futuro que pasado”, en expresión del P. Obispo recogida en el himno diocesano y coreada por la multitud, no es menos verdad que esa riqueza la gozamos en presente cada vez que celebramos un acontecimiento como el de ayer. Quiera Dios y su Espíritu que seamos siempre signo del Reino sembrando alegría y esperanza entre los pobres de Lima sur, especialmente. La próxima cita ya está marcada en el calendario: los 30 años de sacerdote de nuestro obispo, el día 8 de diciembre, ya muy cerca de la Navidad. Allá nos vemos, en Lurín.
  José María Rojo