viernes, 16 de octubre de 2009

LA VIDA ES EL FUNDAMENTO DE TODOS LOS DERECHOS HUMANOS

Los obispos del Perú, ante la discusión pública que se le ha dado en estos días al tema de la despenalización del aborto por violación y por malformación, consideramos necesario emitir un pronunciamiento en defensa de la vida.

1. La Declaración Universal de los Derechos Humanos optó decididamente por la defensa de la vida. También nuestro ordenamiento constitucional vigente reconoce y protege la vida humana desde su inicio: la concepción. Por ello la protección al niño por nacer no debe admitir excepciones ni dudas de ningún tipo. Desde la concepción se inicia el desarrollo de la vida, que no debe ser interrumpido por ningún motivo. El valor de la vida y su defensa desde el primer instante no se puede alterar sin causar un gravísimo daño al más genuino compromiso con el ser humano y sus derechos.

2. Por ello la protección al niño por nacer no debe admitir excepciones ni dudas de ningún tipo. Desde la concepción se inicia el desarrollo de la vida, que no debe ser interrumpido por ningún motivo. El valor de la vida y su defensa desde el primer instante no se puede alterar sin causar un gravísimo daño al más genuino compromiso con el ser humano y sus derechos.

3. En este sentido afirmamos que no hay situación o dificultad humana que autorice matar a un inocente. Si se niega al niño por nacer su derecho a la vida caemos en el gravísimo riesgo de perder la coherencia que debe tener nuestro ordenamiento legal, pues tergiversamos gravemente el fundamento de la vigencia de los demás Derechos inherentes al ser humano: la defensa de la vida desde la concepción.

4. Cada ser humano tiene un valor único e irrepetible como lo afirmaba siempre el Papa Juan Pablo II. Por ello hacemos una seria invocación para que todos nos unamos en la defensa de la vida sin distinciones ni cálculos políticos ni religiosos. Debemos exigir que no aparezcan leyes crueles inicuas que autoricen la eliminación de los seres más indefensos.

5. La sociedad no debe admitir una tendencia exclusivamente materialista en la que sólo se le da valor y se privilegia lo que se considera útil. Una tendencia a evadir el dolor y no ver en él una ocasión de servicio, sería la corrosión del valor más importante para la convivencia social: la defensa de la vida desde la concepción, hasta la muerte natural. Entraríamos en una espiral que perjudica de manera abusiva a los más pobres e indefensos como son los niños por nacer.

6. No dejemos que se juegue con los sentimientos de nuestro pueblo y menos aún con los de la mujer peruana aduciendo casos dolorosos para justificar el delito del aborto, que es matar a un inocente indefenso. No maltratemos esta realidad sagrada, que es el respeto por la vida, para descalificar con frases agraviantes a quienes no piensan igual. Busquemos respuestas que defiendan toda vida humana, despertando la solidaridad, la fraternidad y el amor gratuito como el Papa Benedicto XVI nos acaba de enseñar en su última Encíclica, “Caritas in Veritate”.

7. Los peruanos, y de manera especial las madres de familia, siempre han dado pruebas de ser un pueblo generoso que acoge y defiende la vida, por ello hacemos un serio llamado a todas las instituciones para que juntos pongamos todos los medios para ayudar a los hogares en dificultades materiales, para sensibilizar a todos, a través de los medios de comunicación, en el respeto a toda vida ya que siempre es un valor sagrado que no se debe eliminar por ningún motivo. Se trata de ser o no ser, de existir o no existir, de seguir viviendo o ser aniquilados antes de poder decidir.

8. Nos preocupa el mensaje que estamos dando a las nuevas generaciones. ¿Cuál será nuestro futuro si a nuestros niños les decimos que una vida dentro del vientre de la madre puede ser eliminada, desechada? ¿Acaso su vida pudo serlo en algún momento? ¿Acaso ellos podrán eliminar una vida en el futuro?, ¿Este es el tipo de mundo que queremos construir?

9. Pedimos a nuestros médicos, fidelidad a su juramento hipocrático de defender la vida y los exhortamos que procuren siempre la defensa de todas las vidas que tienen en sus manos. En el caso de mujeres embarazadas, la vida de la madre y de su hijo por nacer, merecen protección y cuidado, porque todo ser humano, nacido o por nacer, posee la misma dignidad y el mismo valor.

10. Invocamos a quienes tienen la grave responsabilidad política de legislar sobre estas materias para que por respeto a la verdad científica y protegiendo un valor esencial sobre el cual se apoya toda la doctrina universal de los Derechos Humanos, tengan el valor de defender la vida siempre y en todas las circunstancias ya que es un don que Dios ha dado a la humanidad.

Recordemos la célebre expresión de la Madre Teresa de Calcuta: "El más grande destructor de la paz es el aborto porque, si una madre puede matar a su propio hijo ¿qué nos queda a nosotros, matarte a ti y tú matarme a mí? ¡No nos queda más que eso!”

OBISPOS DEL PERU

TENGO DERECHO A NACER, COMO TU LO HICISTE

¿QUE ES EL ABORTO?

Los defensores del aborto han procurado cubrir su naturaleza criminal mediante terminología confusa o evasiva, ocultando el asesinato con jerga como "interrupción voluntaria del embarazo" o bajo conceptos como "derecho a decidir" o "derecho a la salud reproductiva". Ninguno de estos artificios del lenguaje, sin embargo, puede ocultar el hecho de que el aborto es un infanticidio.

En el lenguaje común, llamamos aborto a la expulsión prematura de un feto humano, ya sea espontáneamente o provocado. El aborto es la muerte de un niño o niña en el vientre de su madre producida durante cualquier momento de la etapa que va desde la fecundación (unión del óvulo con el espermatozoide) hasta el momento previo al nacimiento. Se habla de aborto espontáneo cuando la muerte es producto de alguna anomalía o disfunción no prevista ni deseada por la madre; y de aborto provocado (que es lo que suele entenderse cuando se habla simplemente de aborto) cuando la muerte del bebé es procurada de cualquier manera: doméstica, química o quirúrgica.
"La Biblia no dice nada del aborto."
La Biblia enseña que lo que hay en el seno de una madre embarazada es un ser humano (cf. Salmo 139:13, 15; Jeremías 1:5; Lucas 1:13; Mateo 1:21). Además, la Biblia condena el homicidio directo de los inocentes (cf. Éxodo 23:7; Deuteronomio 27:25; Mateo 18:10 y 14). Ahora bien, los niños y las niñas que no han nacido todavía son evidentemente inocentes. Por consiguiente, el matarlos por medio del aborto es condenable.

Todas las personas que creen en Dios están de acuerdo en que Dios es Quien concede los hijos y Quien infunde el alma en el cuerpo humano. Ello significa que Dios crea a cada ser humano para un propósito. No tenemos el derecho de contradecir Su voluntad respecto de Su creación.

Este argumento es en realidad un intento de desviar la atención de la maldad del aborto.
"La Iglesia Católica no está segura de que el feto sea una persona."
La Iglesia Católica siempre ha condenado el aborto por tratarse del homicidio directo de una persona inocente. Durante la Edad Media algunos teólogos creían que el alma era infundida cierto tiempo después de la concepción. Esta creencia, ya obsoleta, fue producto de la influencia de algunos filósofos paganos antiguos. Las personas que presentan este falso argumento utilizan estos hechos para hacerle creer a la gente que la Iglesia dudó de la humanidad del ser humano antes de nacer y que por lo tanto su doctrina no es segura.

Pero ello no es cierto. Aún aquellos teólogos que creían en el error ya mencionado, condenaban el aborto. La razón es muy simple. Si usted duda de la presencia de un ser humano en el seno materno, la duda debe ir a favor de la vida. De otra manera usted está actuando con intención criminal.
"Debemos respetar la capacidad que tienen las mujeres para tomar decisiones."
El hecho de que un ser humano sea mujer (u hombre) no implica automáticamente que goza de la sabiduría para tomar decisiones morales correctas. De hecho, las personas que presentan este falso argumento no le conceden esa misma capacidad a los hombres (muchas de ellas critican la enseñanza del Papa y los obispos). Ello no es otra cosa que sexismo.

El énfasis que ponen estas personas sobre la capacidad moral de las mujeres a la hora de decidir la aceptación del aborto, no es otra cosa que otro intento de desviar la atención sobre la maldad de éste. Al enfatizar que las mujeres gozan de esa capacidad, por ser las únicas que salen embarazadas, estas personas intentan colocarle una fachada moral a la matanza de los niños y niñas que no han nacido todavía.

Pero la cuestión fundamental aquí no es si las mujeres tienen la capacidad moral para decidir sobre el aborto. La cuestión fundamental es que el aborto destruye la vida de un ser humano. Ello no es objeto de decisión legítima por parte de ninguna persona, sea mujer, hombre, niño, adulto o anciano.

Antes de formarte en las maternas entrañas te conocí; y antes de que salieras del seno de materno te santifiqué (Jer. 1, 5)